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KEYNES, MI FAMILIA Y YO.

Posted on 2011/08/05. Filed under: Información propia | Etiquetas: , , , , , , , |


Éramos una familia muy bien avenida. Vivíamos bien aunque no holgadamente, como se le podría suponer a una familia aburguesada. Mi Padre gestionaba los bienes con mano diestra y no nos podíamos quejar.

Aunque sus normas eran severas todos sabíamos que era necesario cumplirlas para mejorar la convivencia familiar. Entre las normas estaban, por ejemplo, la de que había que cumplir las normas de Papá mientras viviésemos en su casa. O que cuando había una riña entre hermanos debíamos aceptar la decisión de Papá, nos gustase o no.

Otra de las normas era la de que parte del sueldo de los hijos había que aportarlo a la economía familiar a modo de ayuda voluntaria y lógica. Papá administraba el dinero y decidía cual era el uso que daba más beneficio a la familia. Lo gastaba en vivienda, comida, vestimenta, entretenimiento,… todo lo que necesitábamos. Y como no gastaba todo lo que le dábamos lo fue ingresando en el banco “por si acaso”, decía él.

Aun siendo así, tenía algunos gastos curiosos. Como a mi hermana no le daban trabajo, Papá le empezó a pagar a una empresa para que esta la tuviese en nómina. A mi hermano el mayor, y debido a que era un poco vago, le daba una paga mensual para que no se sintiera muy humillado monetariamente con respecto a nosotros. Y le puso como labor que fuera por las empresas “defendiéndonos del abuso del empresario avaricioso”, decía Papa

Claro está, el abuelo formaba parte de la familia pero como era mayor no pagaba nada.

LA AMANTE

Al cabo del tiempo Papá tuvo una amante. El problema no era que hubiera puesto los cuernos a Mamá, cuestión personal entre ellos dos, sino que cada vez esta amante le exigía una mayor manutención y Papá empezó a usar los ingresos de la familia en tenerla como una reina.

Gastaba más de lo que podía obtener de nuestros sueldos, y para solucionarlo inicialmente nos dijo que necesitaba más dinero para unos proyectos que iban a ser muy rentables para la familia, y nos exigió un poco más de nuestros sueldos. Con este aumento de ingresos solucionó «su» problema.

DESEMPLEADOS

Un momento difícil fue el aquel en que varios hermanos se quedamon en el paro. Papá, para solucionarlo decidió montar una empresa familiar, con los ahorrillos que aún teníamos, para “pasar el bache”, decía él. De esa manera seguía manteniendo los ingresos en la familia. El problema es que la empresa la montó tan deprisa y tan sin pensar que pronto pasó de no dar ganancia a dar pérdidas. Pero bueno, como la intención era buena seguimos con ella abierta “por el bien de la familia”. De todas formas, no es que mis hermanos se esmerasen demasiado en mejorar el servicio. “Es Papá…” decían y dónde hay confianza…

Aun así, como el sueldo de mis hermanos tenía que salir de la familia, Papá decidió que los demás teníamos que apechugar y buscar trabajos “mejores” con más sueldo para contribuir al “bienestar familiar”. Habló con unos amigos suyos y pretendió cambiarnos el trabajo aunque algunos se negaron. A mi me puso a trabajar en una mina “ya que era muy rentable”; lo que no decía es que lo rentable era los pluses de peligrosidad que me pagaban. Pero a él lo que le interesaba era que la cantidad de dinero que ingresaba a final de mes era mayor ya que era también era mayor mi sueldo.

Para que no protestásemos mucho, al tiempo que hacía esto modificaba ciertas normas de la casa. Cuando acepté ir de minero impuso como norma que yo podría lavarme durante más tiempo que mis hermanos, aunque gastase toda el agua caliente. Otras normas que puso eran más ilógicas. Por ejemplo, había que sentarse en la mesa y comer por un orden alfabético estricto; si llegabas tarde a casa y se te había pasado el turno no comías. O que parte de los ingresos de la casa había que dárselos a los gorrillas del aparcamiento, “Lo necesitan para vivir”, decía. O mismo que había que pagarle al hermano músico la grabación de un disco al año, «para fomentar la cultura en la familia», decía; aunque luego nunca nadie lo escuchásemos (es que eran muy malos la mayoría de ellos)

LAS VACAS GORDAS

A pesar de que la amante y la empresa familiar exigían cada vez más dinero, Papá lo solucionó empezando a pedir créditos en los Bancos. Para que se los concediesen, Papá les entregaba informes y contabilidades falseadas de la familia y de la empresa. Y los Bancos, en base a esa información, fueron concediéndonos créditos. Como los informes eran muy favorables, al principio nos concedían créditos a muy bajo interés, ya que (creían ellos) como generábamos mucho dinero podríamos devolverlos con facilidad. Era mucho dinero el que recibíamos prestado pero la expectativa de cobro por parte del Banco nos facilitaba la concesión del crédito. El problema es que ese dinero no iba para generar más ingresos sino para malgastarlo a manos llenas.

Nos facilitó mucho más las cosas cuando entramos a formar parte de la Comunidad de Vecinos del edificio en la que vivíamos. Nos exigían una serie de reglas que formalmente, en los informes, cumplíamos de sobra; y a cambio nos daban unos privilegios enormes, entre ellos el que venían como avalistas a la hora de pedir créditos.

Y a pesar de que al cabo del tiempo yo y mi hermana fuimos despedidos de nuestros trabajos (Yo tenía silicosis, y a la empresa de mi hermana no se le pudo pagar más para que la mantuviera en su puesto) dijo Papá, “Nada, nada, trabajáis en la empresa familiar y no se hable más…”.

LA CRISIS

Todo comenzó a ir mal cuando uno de los propietarios de la Comunidad fue a la ruina. Como todos los vecinos estábamos de avalistas hubo que hacer un esfuerzo a mayores para pagar su deuda, ¡pero nosotros no teníamos dinero suficiente! Entonces tuvimos que pedir otro crédito. Pero estos “malditos Bancos”, debido a la ruina del vecino de la Comunidad, ya no nos lo concedieron tan fácilmente. Decían que “si ese vecino mintió en sus informes podrían haber otros que también hubiesen mentido” Y tenían razón; entre ellos, nosotros. Nos dieron el crédito, sí, pero a un interés exagerado.

Los vecinos de la Comunidad que sí cumplían con las reglas empezaron a exigir informes fiables y se dieron cuenta de que había algunos vecinos que mentían descaradamente y no cumplían con las reglas de la Comunidad. Pero no podían echarlos ya que los avales había que cumplirlos y si echaban a algún vecino de la Comunidad se irían todos a la ruina. Decidieron entonces que aceptarían avalar más créditos a cambio de que el vecino que los recibiese hiciera bien las cosas. Pero a pesar de las decisiones de la Comunidad los Bancos cada vez exigían intereses más altos. No se fiaban ya de la Comunidad. Y entonces la Comunidad decidió darse créditos entre ellos. ¡Se empeoraron las cosas! “Malditos Bancos”, decía Papá, “Lo que hay que hacer es facilitar el crédito. ¡No se han fiado hasta ahora! ¡Qué más les dará un poco más!”. Dijo lo mismo cuando los vecinos más ricos se negaron a darle más crédito ya que veían que no hacía nada por cambiar nada en nuestra casa.

¿SOLUCIONES A LA CRISIS?

Como gastábamos mucho e ingresábamos poco, Papá siguió pidiendo crédito en los Bancos, “Hay que conseguirlos como sea”, decía. Cada vez que los conseguía venía a casa con un gesto triunfal. Además fardaba de que le habían puesto un interés más bajo que al del vecino del 4º “que es un mentiroso pedigüeño”, el que se arruinó antes que nosotros.

Llegó a pedir créditos para pagar la comida y la electricidad, pero la mayor parte de ellos se dedicaban a gastarlos en la amante, la empresa familiar y en pagar los créditos pedidos con anterioridad. El día que decidió reducir gastos lo hizo dándole menos de comer al abuelo y exigiendo que gastásemos menos en “nuestros caprichos”, “mejor me lo dais a mi y yo os compraré lo que necesitéis”, decía. Llegó un día en que, como no tenía dinero, nos dio un cheque para ir a la tienda a comprar ropa y comida. Por cierto, el tendero no nos lo acepto; dijo que no se fiaba que tuviera fondos. Papá entró en cólera  , “No tiene fondos, no tiene fondos… es cierto; pero mientras él va al Banco a comprobarlo ya me han concedido los de la Comunidad otro crédito… ¡Pero qué se ha creído! ¡Somos gente honrada!”

Nunca se le ha ocurrido dejar a la amante. Y con respecto a la empresa familiar dice que ”No puedo dejar desamparados a vuestros hermanos. Además si lo hago de dónde voy a obtener ingresos”. Con respecto al resto de los gastos imprudentes en coches, perfumes, joyería, ya no quiere ni hablar.

Sí se está planteando reducirnos los gasto en la vivienda, la comida o la vestimenta… pero todavía no se ha atrevido.

De las demás normas no estamos dispuestos ni siquiera a negociarlas. Sigo lavandome con toda el agua caliente de la casa, seguimos dándole «su dinero» al gorrilla y grabándole discos a mi hermano, faltaría más. Porque haya crisis no vamos a renunciar a nuestras normas, ¡ni en sueños!

Y en estas estamos

Esto es lo que hay

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